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FRATERNIDAD CARMELITA ECUMÉNICA

SER CARMELITAS​

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                                  ¿Por qué unirse a nosotros? ¿Por qué vivir la espiritualidad carmelita?

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  • Vivir los contenidos de la fe con intensidad y conciencia en la perspectiva de una unión "mística" con Dios en la vida cotidiana

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  • Experimentar la quietud y el abandono del desierto incluso en la ciudad, a través de la búsqueda de un estilo de vida centrado en Jesús, nuestra Paz y nuestra quietud en las tormentas del mundo

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  • Vivir en compañía de hermanos y hermanas, hoy en la Jerusalén Celestial, que han iluminado con luz particularmente intensa la vida de tantos cristianos / cristianas (Santa Teresa de Lisieux, Santa Teresa de Ávila, Santa Edith Stein, mártir, San Juan de la Cruz. ...)

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  • Experimentar la alegría de ser uno en Cristo, viviendo y compartiendo nuestra espiritualidad entre hermanos y hermanas pertenecientes a diferentes confesiones cristianas (para lo cual no es necesario cambiar de membresía o confesión cristiana, más bien se fomenta la comunión con la Iglesia a la que pertenece cada miembro. de nuestro Carmelo Ecuménico)

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  • Redescubrir y releer, con los ojos de quienes han conocido a Cristo, la Historia de la Salvación como una historia de amor interrumpida y eterna entre Dios y sus criaturas, inspirada en la gran experiencia de los devotos y amantes del Antiguo Testamento: en particular, a Padre nuestro, precursor y ejemplo, el santo profeta Elías, venerado por las tres grandes religiones monoteístas. 

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  • Hacer el viaje fascinante y tremendamente apasionante de la formación ofrecida: conocerse a sí mismo en profundidad y aprender a apreciar su identidad más profunda y verdadera.

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Únete con nosotras / nosotras... ¡juntos para autodescubrimiento 

(redescubrimiento) a sí mismo/a!

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Para información y entrevistas: anglicanicatania@libero.it;

Cell: 328/9596744 - www.madonnadelcarmelo.eu

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CARISMA  UNIVERSAL

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Como carmelitas, vivimos en deferencia a Jesucristo y le servimos fielmente con un corazón puro y una conciencia recta, comprometidos en la búsqueda del rostro del Dios vivo (dimensión contemplativa de la vida), en la oración, en la fraternidad y en el servicio (diakonia) entre el pueblo, bajo la protección y guía de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo a quien honramos como Madre y Hermana. Estos tres elementos fundamentales del carisma no son valores separados o desconectados, sino que están estrechamente vinculados entre sí.

 

El carisma de la Orden Carmelita es un don de Dios entregado a los primeros ermitaños reunidos junto a la fuente del profeta Elías en el Monte Carmelo, a finales del siglo XII y principios del XIII. La Orden Carmelita no conoce a un fundador, pero nació del deseo de aquellos primeros ermitaños de vivir en deferencia a Jesucristo con un corazón puro y una conciencia recta. Pidieron a San Alberto, Patriarca de Jerusalén, que les escribiera una fórmula de vida (c. 1206-1214) conforme a su ideal.

La Regla de San Alberto y la experiencia vivida por los carmelitas, mientras intentaban ser coherentes con ella en varias ocasiones, dieron forma definitiva al carisma. Podemos decir que el carisma carmelita se compone de muchos elementos. El primero, y el más importante, es el seguimiento de Jesucristo con total dedicación. Los carmelitas alcanzan este ideal formando comunidades contemplativas al servicio del pueblo de Dios entre el que viven. Por eso, para todos los carmelitas, la fraternidad, el servicio y la contemplación son los valores esenciales de su vida.

 

Fraternidad

Los carmelitas intentan formar comunidades donde todos se sientan aceptados y valorados no por lo que podrían ser, sino simplemente por lo que son. Este tipo de comunidad es en sí mismo un testimonio de que el amor de Cristo puede romper las barreras construidas por los hombres y permitir que personas de diversas nacionalidades y culturas vivan juntas en paz y armonía. Los Carmelitas también son conscientes de formar una fraternidad internacional, presente en varios países del mundo

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Servicio


Los ermitaños se vieron obligados a dejar su hogar en el Monte Carmelo y establecerse en Europa. En este entorno cambiaron su estilo de vida de ermitaños a frailes. La principal diferencia es que los frailes están llamados a servir al pueblo de Dios en el apostolado. Algunas congregaciones religiosas se han fundado para un ministerio específico, pero la Orden Carmelita intenta responder a las necesidades de la Iglesia y del mundo según el tiempo y el lugar. Por eso, muchos carmelitas se involucran en parroquias, escuelas, universidades, centros de retiro, cárceles, hospitales, etc. El servicio prestado por cada fraile depende de las necesidades de las personas entre las que vive y trabaja.

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Contemplación

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El corazón del carisma carmelita es la oración y la contemplación. La calidad de la oración determina la calidad de la vida comunitaria y del servicio ofrecido a los demás. El objetivo final de la vida carmelita es la unión con Cristo. Intentamos vivir en la presencia de Dios y aceptar su voluntad. Esto nos compromete a escuchar a Dios que nos habla de diversas formas pero en particular con la Sagrada Escritura. La oración es la forma en que nos acercamos a Dios y, a medida que crecemos en la amistad con Cristo, nuestra oración se vuelve más y más simple. Nuestra relación con Cristo nos transforma, nos empuja a salir de la prisión de nuestro egoísmo y a caminar hacia el amor puro a Dios y al prójimo. Estamos llamados a seguir un camino de fe, durante el cual nos purificamos gradualmente de todo lo que no es Dios, para que podamos revestirnos de Cristo. Hacemos nuestro mejor esfuerzo para responder al llamado de Dios, pero somos conscientes de que al final solo Dios puede cambiar nuestros corazones. Esto nos enseña a esperar pacientemente su llegada. Al seguir a Cristo con confianza, nos inspiran los ejemplos y las virtudes de María, la Madre de Jesús y el profeta Elías.​

Dado que el carisma se da para todo el mundo, para los carmelitas la oración y la contemplación no son asuntos privados entre el hombre y Dios, sino dones para compartir con el mundo.

Por eso hay una cierta propensión en la Orden al ministerio de oración y dirección espiritual. La Carmelita es consciente de que la transformación del corazón humano por Dios puede ocultarse a los ojos de los hombres, pero el resultado final es muy importante para nuestro mundo. El camino de la oración es misterioso y va más allá de la razón humana. La oración nos introduce al misterio supremo.

 

(Desde el sitio de los carmelitas católicos ocarm.org)

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